El fenómeno EDM y su enfrentamiento con la Electrónica
De
un tiempo a ahora la etiqueta EDM ha comenzado a resonar en todos los
reinos como si de la gran esperanza de la electrónica se tratara, pero
¿qué es el EDM y qué supone para la música electrónica?
Las opiniones que a continuación se desprenden serán seguramente
compartidas por la mayoría de parroquianos y puristas del género, pero diametralmente enfrentadas a los acólitos del
mainstraim.
A saber, promotores, propietarios, amigos del dinero fácil, traidores y
tránsfugas de la escena más inmaculada, así como la nueva hornada
teen ávida de nuevas experiencias extáticas, más que musicales.
El post de hoy no tiene más intención que
iniciar en este blog un debate
que hace ya algún tiempo saltó a los medios más especializados y que se
pude resumir bajo las siguientes cuestiones: ¿está cayendo la música
electrónica bajo las fauces de la cultura pop y la industria del
mainstream? ¿Quedará relegada como un nicho de mercado más para
freaks,
nerds,
y otros especímenes denostados adrede socialmente? Antes de
aventurarnos a resolver tales cuestiones, creemos el caldo de cultivo,
la base, para poder hablar con conocimiento de causa.
¿Qué es el Electronic Dance Music, más conocido como EDM?
Muchas son las acepciones que engloban este término, utilizado
también como concepto para referirse a la música electrónica como
género, pero hoy nos centraremos en aquella que ha parecido copar el
interés de medios y fans al otro lado del charco. Esto es, el
EDM como tendencia resurgente del fenómeno rave en EE.UU., que en su nueva versión 2.0. parece instaurarse como un género, o subgénero, propio. Digo parece, ya que en Beatport u otros
stores online no encontrareis toda una retahíla de
tracks catalogados bajo la etiqueta EDM, pues no es un género musical en sí mismo.
EDM no es, por tanto, un género musical propio, sino que bebe de
varios estilos y fuentes sonoras para crear diferentes productos válidos
para todos los públicos. ¿Qué géneros? Un
mix entre el house, hip-hop, nu-rave e incluso dubstep
en los más arriesgados, pero eliminando todo lo bueno de ello y
quedándose con una fórmula fácil, simplona y de rápido acceso para
nuevos e imberbes desvirgados.
Electronic Dance Music es por tanto una tendencia más que una propuesta musical.
No hace mucho que
Javier Blanquez
escribió varios artículos al respecto (muy recomendables) y me dirigiré
a ellos para tratar de apostillar ciertas ideas con la licencia de
quien trata a un respetado periodista especializado en la materia.
En dichos artículos,
Blanquez define el EDM (la tendencia) como “el concepto que se ha hecho
fuerte este año (2012) en el léxico periodístico musical, especialmente
en Estados Unidos y a raíz de la explosión popular de DJs como
Skrillex, Kaskade y Steve Aoki (…)
metiendo en el mismo saco todo lo que se hace con software y permite bailar”. Y prosigue: “quienes usan la etiqueta EDM se refieren por igual al
house épico de Kaskade como a los temblores
wobble de Skrillex y, por extensión, a los temas de Justin Bieber o Britney Spears donde hay un
drop ubicado estratégicamente en el puente de la canción”.
En resumidas cuentas, podemos englobar dentro del concepto el ‘Raise
Your Weapon’ de Deadmau5, el ‘We Found Love’ de Rihanna & Calvin
Harris o el ‘Bangarang’ de Skrillex.
Todo un popurrí con un patrón en común: música populista hecha por y para ganar dinero, de fácil entrada a la categoría y orbitando en torno al fenómeno del
star system o Dj estrella, evidente reminiscencia de las grandes figuras del
rock & roll de antaño. Ahora el Dj sabe que puede forrarse y quiere forrarse.
Epic fails y otras cagadas de artistas del EDM
En agosto del año pasado
20 Minutos se hacía eco de una
noticia publicada por Forbes acerca de
los Dj’s mejor pagados del mundo.
Un completo listado realizado en base a la renta cosechada durante el
ejercicio de 2011, incluyendo actuaciones, ventas, así como contratos
publicitarios entre otras “nimiedades”. Por su puesto que no vemos entre
los mejor pagados a productores de la talla de
Dave Clarke, una leyenda viva del techno, ni a
Richie Hawtin o
Paul Kalkbrenner a pesar de sus evidentes coqueteos con el lado oscuro.
En la citada lista si vemos a cambio, toda la nueva hornada adscrita al EDM con
Tiesto
liderando la élite iluminada y percibiendo la nada desdeñosa cifra de
más de 200.000 euros por actuación. Así es comprensible como en 2011 en
su cuenta de haberes figuran 18 millones de euros.
Skrillex,
ese pseudo emo que tan bien ha sabido trabajar su imagen personal le
sigue en la lista con una facturación de 15 millones de euros. Los ya
extintos
Swedish House Mafia copan el tercer puesto con 11 millones de euros, seguidos del francés más enrollado,
David Guetta rondando tal cifra.
La música electrónica, corrijo, la música electrónica que éstos preconizan ha dejado de ser tendencia
underground para convertirse en un fenómeno de masas, como ya lo hiciera el
hip-hop y el
grunge en los 90 o la música disco en los 70. Ante tal panorama,
bussines for bussines entraña ciertos riesgos, muchos quizás, pero hay uno que destaca sobre el resto, y que
irrita por igual a devotos y opositores: el
playback.
Empezamos con nuestra particular playlist que pone en evidencia el
poco respeto que estos pseudo Dj’s tiene por su público, quienes
ilusionados llegan a pagar precios desorbitados para ver sus
actuaciones. En primer lugar,
tenemos a David Guetta,
quien ya ha estado en el candelero mediático en repetidas ocasiones por
otras demostraciones similares. Si es que al final, la cabra tira al
monte.
El EDM representa para muchos la gallina de los huevos de oro, el
carro al que todos se quieren subir, porque solo así se explica que
personajes de la farándula más propia de
Pop Rosa se erijan ahora como
nuevos héroes del Djing.
Estrellas del cine porno como Nacho Vidal, divas de la prensa rosa como
Paris Hilton o deportistas del motor como Fonsi Nieto o Jaime
Algersuari han hecho ya sus primero pinitos en cabina. A continuación,
os dejamos con una selección de éste último que da buena fe de su
calidad a los platos (apagados).
El quinto Dj mejor pagado el mundo,
Steve Aoki, centra su show en un par de momentos álgidos
que poco o nada tienen que ver con su propuesta musical. Dos momentos
que los fans esperan como agua de mayo, y que de no producirse, la
decepción es generalizada y la sesión un sinsentido. Nos referimos a los
clímax que suponen, por un lado, el lanzamiento de los 100 metros tarta
y, por otro, al salto sin trampolín, más conocido como
stagediving, que dejaría al jurado de Splash! helado.
Momento para la reflexión
El EDM es un fenómeno que ha venido para quedarse.
Hay quienes ya lo llaman la nueva música pop,
aunque ya hemos visto que no es un género musical en sí mismo, sino un
fenómeno que engloba varios conceptos, muchos de ellos heredados de la
cultura pop y el
star system. Aunque aún está en fase
embrionaria, pues por el momento no exige un código de vestimenta, otro
de esos factores que convierten un fenómeno en movimiento cultural.
Sea como fuere, el EDM es una realidad y amenaza a la esencia de la
electrónica como el lado oscuro a Luke Skywalker. Prueba de ello son los
constantes flirteos del
yin con el
yang como la polémica presencia de David Guetta en festivales como Monegros, la de Skrillex en abanderados eventos de música de vanguardia como Sónar o la reciente actuación conjunta entre Richie Hawtin y Deadmau5 en lo que se atisba como un gesto del primero por acceder a la élite iluminada (y forrada) del segundo.
Queda así abierto el debate. ¿Quedará la música electrónica relegada a
un nicho de mercado? ¿Hablaremos en un futuro del EDM como estilo
musical propio y como un movimiento cultural de masas? ¿Veremos cada vez
más
playbacks en las cabinas de macro salas y conciertos?