Además de una impresionante trayectoria musical, que va de la Scala de Milán a la Filarmónica de Berlín, pasando por la Opera de Viena, Abbado fue admirado por su trabajo con los músicos jóvenes y por su estrecha relación con el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.
Abbado, quien llevaba varios años enfermo de cáncer, era una persona tímida, humana, conocida también por sus posiciones de izquierda; por ser un demócrata que batalló contra los recortes en la cultura y contrario al estereotipo del director de orquesta tiránico.
Abbado ofreció conciertos en fábricas y escuelas, tratando de abrir el mundo de la música clásica, y realizó cientos de grabaciones; muchas de ellas dedicadas a la ópera tradicional italiana así como al repertorio del siglo XX, como Berg, Schoenberg, Nono y Boulez.
Fue distinguido con numerosos premios; su último concierto en Viena terminó con 30 minutos de aplausos y el público lanzó al escenario 4,000 flores como homenaje.
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